A Olaf le gusta dar abrazos tiernos y cálidos. Ha surgido de los poderes mágicos de Elsa y es, con diferencia, el muñeco de nieve más simpático de las montañas que rodean Arendelle. Su inocencia, su personalidad extrovertida y su extraordinaria capacidad de desmontarse en los buenos y en los malos momentos dan lugar a situaciones extrañas pero también divertidas. Puede que tenga el sueño más imposible del mundo pero... ojos que no ven, nieve que no se derrite.